Research article
La singularidad de las universidades locales: pertinencia de su proceso de formación
The uniqueness of local universities. Relevance of your training process
Simba Puati, Bonifacio Mavungo ⓘ
Profesor auxiliar, Máster en Ciencias.
Universidad Agostino Neto. Luanda. Angola
Palacios Hidalgo, Ángela ⓘ
Profesor Titular, Doctor en Ciencias.
Centro de estudios de dirección empresarial y territorial.
Universidad de Camagüey. Camagüey, Cuba
González Tamayo, Alfredo ⓘ
Profesor Titular, Doctor en Ciencias Económicas.
Centro de estudios de dirección empresarial y territorial.
Universidad de Camagüey. Camagüey. Cuba
Resumen
El objetivo del presente artículo consiste en develar la singularidad de las Universidades Locales y su pertinencia en el cumplimiento de su misión de preservar, difundir y desarrollar la cultura de la humanidad. Para ello se establece el nacimiento de ese tipo de universidad como una consecuencia del proceso de globalización y de la necesidad de contribuir al desarrollo local de regiones periféricas o en vías de desarrollo. El artículo argumenta sus características, principales retos y propone dimensiones para la evaluación de la pertinencia del proceso de formación en las universidades locales.
Abstract
The objective of this article is to unveil the uniqueness of Local Universities and their relevance in fulfilling their mission to preserve, disseminate and develop the culture of humanity. To do this, the birth of this type of university is established as a consequence of the process of globalization and the need to contribute to the local development of peripheral or developing regions. The article argues its characteristics, main challenges and proposes dimensions for the evaluation of the relevance of the training process in local universities
Palabras Clave:
universidad local, pertinencia de la formación,
Keyword:
Local university, relevance of training,
Introducción
El actual siglo XXI se proyecta como un tiempo de grandes cambios en todos los ámbitos de la vida social y particularmente de la educación superior. Hoy más que nunca, se le reclama a la universidad que asuma su liderazgo en los cambios esenciales de la sociedad. El papel que ha alcanzado la gestión del conocimiento y la velocidad de los cambios tecnológicos reafirman la función de las universidades como catalizadoras del desarrollo de las sociedades donde actúan.
Por otro lado es innegable que la globalización, proceso que ha abarcado todas las dimensiones y actividades de la vida social, es contradictorio en si mismo al generar grandes beneficios tecnológicos que revolucionan nuestras sociedades, dinamizando el desarrollo de las mismas; pero reafirmando las brechas existentes entre el mundo desarrollado y la llamada periferia. A nivel nacional también manifiesta el fenómeno no resuelto del desarrollo desigual.
No escapa a la descripción anterior que en el ámbito académico de la educación superior también se encuentran instituciones desarrolladas de alta calidad y competitividad a nivel global, frente a otras cuyo impacto alcanza solamente el territorio donde se enclavan pero que presentan responsabilidades y retos similares que nacen de su naturaleza de universidad.
La afirmación anterior adquiere significado particular en las llamadas universidades locales (también llamadas por algunos autores universidades de la periferia); refiriéndose a aquellas cuya acción e impacto se recibe fundamentalmente en el territorio geográfico donde se encuentran.
Conceptualmente el territorio puede ser una comarca, una provincia o quizás un municipio, de acuerdo a las características de la nación a la que pertenecen; siempre bajo el rasgo distintivo de estar lejos del centro de decisiones y por ende distante de los centros dinamizadores del desarrollo.
Estas universidades locales se multiplican fundamentalmente en los países en vías de desarrollo, siendo América Latina, Asia y África continentes donde más se encuentran; su rasgo distintivo es que son creadas con la finalidad de que sus egresados, en lo fundamental, engrosen el mercado de trabajo local. Es por ello que la orientación de la formación de profesionales hacia los sectores que caracterizan y dinamizan el desarrollo del territorio resulta imprescindible a la hora de evaluar su pertinencia.
La década de los años 90 del pasado siglo ocuparon la preocupación de políticos, gobernantes, especialistas y actores varios de la educación, respecto a los problemas que en todas las naciones deben resolverse en sus sistemas educativos y en particular en la educación superior, a partir del reconocimiento de que el siglo XXI se proyectaba como un tiempo de grandes cambios en todos los ámbitos de la vida social y de la educación en particular. Ejemplo de ello fueron las actividades convocadas por las Naciones Unidas y algunas de sus instituciones regionales, que discutieron el tema, definieron los retos a que se enfrentan, así como acordaron agendas para un accionar conjunto frente a ellos; siempre reconociendo el papel que tienen las universidades no solo en la preservación de la cultura, sino también reconociendo su contribución al desarrollo y la necesidad de ser pertinentes.
Se asume de forma consciente que el futuro en términos de educación no puede ser la extensión del presente y mucho menos del pasado, el futuro tiene que ser construido en respuesta a las aspiraciones de una vida mejor en términos éticos, de respeto a la diversidad y en términos de sostenibilidad en el ámbito social, tecnológico, económico y natural, por lo que en términos de la pertinencia de las universidades se refuerza la tesis de que la universidad debe ser la entidad facilitadora del desarrollo y el crecimiento de las naciones que las albergan.
Un rasgo distintivo de nuestra época desde mediados del siglo pasado es la influencia que ejerce la globalización sobre todos los ámbitos de las relaciones económicas sociales, señalándolo como un proceso dinamizador del desarrollo; pero también generador de grandes diferencias tanto sociales como económicas, manifestándose en la profundización de la brecha entre regiones desarrolladas y las llamadas en desarrollo. Esta realidad es también palpable cuando se comparan las oportunidades y dinámica de desarrollo que presentan las universidades según su ubicación en localidades más o menos desarrolladas.
Por otro lado también es característico de la contemporaneidad que si bien es cierto que las fuentes tangibles de competitividad asociadas a ciertos recursos materiales siguen teniendo utilidad, la revolución en las tecnologías de información y de las comunicaciones han acortado las distancias geográficas y los tiempos de intercambio en todos los ámbitos de la sociedad; ha acelerado el surgimiento y desarrollo de la sociedad del conocimiento basada en redes de instituciones que aportan productos y servicios (tangibles e intangibles) demandados por los consumidores. Cada vez se hace más presente el conocimiento y la gestión del mismo como fuente de ventaja competitiva. El conocimiento es un recurso que en la medida que se usa no se consume, sino que aumenta su valor a consecuencia del efecto experiencia y de la dinámica que se crea en la producción de nuevos conocimientos como resultado del aprendizaje ligado al trabajo.
¨El proceso de globalización produce importantes cambios en la geografía de la producción, no sólo manufacturera, sino en su acepción más amplia. La libre circulación del capital en nuevos espacios ampliados de comercio y los procesos de reconversión a los que se ven empujados los territorios, sumados a las innovaciones tecnológicas, generan nuevos mapas productivos, con sus inevitables balances de pérdidas y ganancias. Las nuevas actividades en nuevos espacios abren posibilidades ciertas de generar procesos de crecimiento local, los cuales pueden servir de base y entorno para procesos más complejos de desarrollo local endógeno. Que los procesos de crecimiento se asimilen o no dependerá de la calidad de la respuesta local, influenciada a su vez por la catálisis que los sistemas locales de investigación y desarrollo, principalmente las universidades, puedan introducir en el medio local¨ (Boisier, 2005).
Ante los avances arrolladores de la producción y de la cultura del mundo más desarrollado las naciones y sus instituciones menos desarrolladas importan patrones de comportamiento que no son sostenibles en su contexto o que profundizan su dependencia. Igualmente sucede dentro de una nación, se corre el riesgo de que las universidades locales adopten modelos de funcionamiento o se propongan resultados en imitación a las de primer ranking internacional, entrando de esta forma en una carrera sin fin en la que desgastan sus pobres recursos o producen resultados que son incompatibles con el contexto local, sus necesidades y particularidades de desarrollo.
Ante la realidad del siglo XX que ya es pasado, y lo que está sucediendo en el presente XXI, es importante preguntarnos qué será de las universidades que tienen menos recursos financieros para invertir en su desarrollo y se encuentran enclavadas en territorios fuera de los centros de decisión? Tendremos que aceptar como cierto el criterio de Peter Drucker cuando afirmó, quizás con exageración, que las universidades no sobrevivirán al paso del siglo XXI? Cuál puede ser la plataforma que soporte el futuro de aquellas que se proponga sobrevivir y desarrollarse?
En consecuencia a las ideas anteriormente desarrolladas, el objetivo del presente artículo consiste en develar la singularidad de las Universidades Locales y su pertinencia en el cumplimiento de su misión de preservar, difundir y desarrollar la cultura de la humanidad.
Desarrollo
Está generalmente aceptado el origen medieval de la universidad como institución encargada de preservar y desarrollar la cultura de la humanidad basándose en la trasmisión y generación de conocimientos. La universidad es la institución que en el entramado social se caracteriza por brindar un producto intangible – el conocimiento, desarrollar aprendizajes y certificar éstos mediante un título de graduado válido para enfrentarse al mercado de trabajo.
Un análisis histórico de la Universidad y sus tipos, que consideramos valioso por su equilibrio entre síntesis y profundidad de análisis histórico, lo podemos encontrar en el capítulo 1 del libro La universidad latinoamericana ante los retos del siglo XXI de Carlos Tunnermann, editado por vez primera en el año 2003. En el propio libro se argumentan los retos para la universidad en el siglo XXI y se argumenta la globalización como el proceso de cambio social, económico y tecnológico que provoca cambios, algunos de ellos radicales, en todos los ámbitos de la sociedad humana y retos para las universidades, en particular.
Sin embargo, como apuntamos anteriormente, consideramos que esos retos tienen una expresión singular para las universidades que se encuentran ubicadas en naciones o territorios con economías en desarrollo. Inclusive dentro de un mismo país es una la realidad para las universidades ubicadas en los centros de decisiones nacionales y otra para las que se ubican en la periferia, en localidades alejadas de esos centros de decisiones, alejadas de las corrientes financieras y de las ¨bondades tecnológicas¨ que brindan las sociedades tecnológica y socialmente más desarrolladas.
La educación superior es un fenómeno social de gran complejidad, cuyo análisis requiere instrumentos que superen los enfoques puramente economicistas o parciales y tengan presente la necesidad de encontrar puntos de equilibrio entre las necesidades del sector productivo y de la economía, las necesidades de la sociedad en su conjunto y las no menos importantes necesidades del individuo como ser humano, todo dentro de un determinado contexto histórico, social y cultural (Tunnermann, 2003).
Aceptando la anterior afirmación, al pretender contextualizar a la universidad como institución, bajo la influencia de la globalización, comprendemos que se diferencian las universidades locales de aquellas que se sitúan en las ciudades capitales o que por su antigüedad ya tienen un reconocimiento e impacto nacional e internacional. A continuación nos referimos a las llamadas universidades locales.
Las universidades locales
El vínculo de la universidad con la sociedad y su implicación en los procesos de desarrollo son temas que cada vez adquieren mayor relevancia. No existen dudas del rol que desempeñan las instituciones universitarias en el desarrollo económico y social de las naciones. Es conocida la frase popular ¨la universidad es el reflejo adelantado de la sociedad¨.
Cada vez más se refuerza la función social de la universidad como generadora de conocimientos y aprendizajes. Jacques Boudeville, el notable geógrafo francés, solía decir que la universidad es el cerebro de toda región, para apuntar la necesidad de todo territorio de recibir, adecuar y crear conocimiento.
Por otro lado el desarrollo de la humanidad y particularmente los efectos de la globalización se caracteriza por un nivel de desarrollo desigual en las regiones geográficas, lo que nos lleva a aceptar que las universidades situadas en regiones de menor desarrollo social y económico presentan diferencias en comparación con las que se sitúan en regiones de alto nivel de desarrollo. El nacimiento y desarrollo de las universidades presenta una contradicción dialéctica por naturaleza: su surgimiento se asocia a la exigencia del nivel de desarrollo de una sociedad en particular, a la vez la universidad constituye una necesidad para el desarrollo futuro de la misma.
En tiempos donde el conocimiento, la transferencia tecnológica y la innovación constante son la piedra angular del desarrollo de un territorio, se refuerza la función de la universidad como institución que contribuye a estos procesos. El papel de las universidades sigue siendo fundamental para apoyar el desarrollo de su propio entorno territorial.
En la discusión publicada sobre la globalización y sus consecuencias sobre el desarrollo territorial, ha ido ganando lugar el término de ¨universidad local¨ o ¨universidad de la periferia¨, clasificándolas en este tipo bajo el criterio de su ubicación en localidades de menor desarrollo económico, que se encuentran alejadas de los centros de decisiones nacionales, que coinciden con que son ciudades o territorios de pocos recursos que merman la posibilidad de aprovechar las oportunidades para el crecimiento económico y el mejoramiento de la vida de sus ciudadanos.
Las universidades locales se encuentran ubicadas en un entorno territorial caracterizado porque comparativamente con otros se caracterizan por: bajo nivel de desarrollo económico y tecnológico; entorno empresarial y organizativo disperso y poco representativo; baja dotación y uso de capital humano; alta demanda de fuerza de trabajo calificada y profesionales en correspondencia con los sectores que caracterizan el territorio e inclusive con aquellos que se pretenden desarrollar; bajos índices de intensidad tecnológica, bajo poder de las instituciones gestoras de desarrollo.
Habitualmente las universidades mantienen relaciones nacionales e internacionales con otras comunidades académicas o investigativas, proceso que se facilita hoy por el desarrollo de las tecnologías de información y comunicaciones. La universidad local no está exenta de éstas, pero sus relaciones son fundamentalmente con instituciones que comparten territorio, mercado de trabajo, ambiente social común que usualmente se corresponde con una ciudad, una región metropolitana o un conjunto de municipios poco distantes entre sí, conectados por medios de transporte y redes productivas.
En el mundo académico está generalizada la evaluación de los resultados de las universidades a través de su pertinencia, siendo éste un término diseminado por los patrones de evaluación de la calidad ya sea por organismos internacionales como nacionales.
El concepto de pertinencia de la Educación Superior ha evolucionado hacia una concepción amplia de la misma y a su estrecha vinculación con la calidad, la equidad, la responsabilidad social, la diversidad, el diálogo intercultural y los contextos en que se desenvuelve. Lo anterior apunta a que las instituciones de educación superior tienen una ineludible responsabilidad social y no solo académica y profesional; pero lo más importante, es que dicha responsabilidad social, en última instancia, es la que realmente determina su pertinencia y calidad.
Más allá de discernir sobre el término, pretendemos fundamentarlo para las universidades locales, resaltando que éstas no pueden estar al margen del mismo pero tampoco pueden asumir los patrones de evaluación que se aplican para instituciones insertas en contextos socio-económicos distantes por su nivel de desarrollo. En este caso nos parecería acertado afirmar que la pertinencia de la universidad local comienza por la demostración de su pertenencia.
Por pertenencia podemos entender la relación de la identidad de la universidad con la de su territorio, entiéndase en primer lugar que su oferta académica se encuentre en correspondencia con las características y líneas de desarrollo de la localidad, que ella forme parte sustancial de las redes dinámicas de desarrollo como resultado de las cuales se generen productos y servicios capaces de competir en un espacio globalizado, que en medio de su inserción al mundo no pierda los valores y la cultura de la localidad a la que pertenece, sino que sus egresados puedan interpretar los aportes de la globalización y aplicarlos con beneficios a su localidad, o sea reforzando su identidad, la universidad puede ser más universal, puede tener un lugar en el mundo globalizado.
Además de demostrar la pertenencia a un territorio, la universidad local se ocupa de armonizar el quehacer universitario con las necesidades de corto y largo plazo de la localidad en la cual está inserta y a la cual pertenece socialmente, o sea la universidad local será pertinente en la medida en que contribuya al desarrollo local y a que su territorio desarrolle ventajas competitivas.
Precisando, la universidad local demostrará más pertinencia en la medida en que aporte resultados en los siguientes ámbitos:
- En la formación de profesionales: preparando a los ciudadanos para asimilar más conocimientos y para participar en un proceso de cambio permanente y rápido; egresando profesionales competentes, con un comportamiento ético, con una elevada cultura de paz y de respeto a las diferencias y al medio ambiente; mejorando la inserción laboral de los egresados, dándoles una formación que fomente la vocación empresarial y les prepare para contribuir al proceso de innovación; formando educadores para los niveles precedentes capaces de innovar en el campo de la pedagogía y la preparación de las nuevas generaciones. Para ello la estructura de la oferta académica debe estar en sintonía con la estructura económica de la localidad y sus proyecciones de desarrollo socio económico.
- En investigación y desarrollo: organizando la vida científica del claustro orientada a la solución de problemas científicos de la localidad; propiciando el uso de la información relevante para el territorio en medio de la sobresaturación de información no significante que puede generar la conexión a internet; reforzando la conexión entre innovación y empresa; participando en redes de innovación y de generación de nuevo conocimiento.
- En relación con el cambio estructural de la economía local: apoyando la creación de nuevas empresas y puestos de trabajo; atrayendo flujos financieros mediante proyectos internacionales y eventos científicos; apoyando la mejora tecnológica de las empresas y los sectores existentes mediante programas sistemáticos de transferencia tecnológica; contribuyendo al desarrollo de la educación técnico profesional y la introducción de nuevas profesiones asociadas a la gestión de la información y el conocimiento.
- En relación al desarrollo local: contribuyendo a las estrategias locales y a incrementar la capacidad de generar iniciativas de desarrollo a ese nivel.
En resumen la universidad local tiene el desafío de: formar agentes capaces de generar y aprovechar el conocimiento e información con fines de desarrollo endógeno; producir la información y el conocimiento pertinente a la localidad; contribuir a elevar la calidad de la enseñanza precedente, particularmente la técnico profesional; construir y ser parte de redes, locales, nacionales, regionales e internacionales que garanticen que la información y el conocimiento fluyan de tal forma que todos, en la localidad, tengan acceso a ellos; atraer hacia el territorio experiencias y recursos que contribuyan al desarrollo y elevar el nivel de vida.
Por todo lo anterior en la evaluación de la pertinencia de las universidades locales es imprescindible introducir el criterio de orientación hacia el desarrollo local.
Dimensiones y criterios para la evaluación de la pertinencia de la formación en una universidad local
La universidad local requiere entonces un nuevo enfoque en su gestión, alejándose un tanto de los patrones tradicionales de las grandes universidades y respondiendo directamente a las necesidades de su territorio, dicho con otras palabras la universidad local está estrechamente ligada al proceso de desarrollo de su localidad, siendo en este proceso un agente dinamizador, a la vez que recibe del mismo el impulso para su propia transformación.
Antes de aportar dimensiones e indicadores para evaluar la pertinencia bajo el criterio de orientación hacia el desarrollo local, creo necesario detenernos en algunas reflexiones alrededor del término en si mismo.
La evolución del término desarrollo puede fijarse en tres grandes momentos hasta la acepción del mismo que hoy es aceptada.
Para los economistas, desde los aportes y preceptos de la economía clásica de Adam Smith y David Ricardo, el término de desarrollo viene asociado al crecimiento económico, denotando un enfoque ¨economicista¨ del fenómeno. Posterior a la Segunda Guerra Mundial y bajo la influencia de las Naciones Unidas el término – desarrollo, se ha ampliado desde su dimensión económica hacia la de carácter social. No obstante durante las dos décadas siguientes, el desarrollo siguió siendo casi un sinónimo de crecimiento y el Producto Interno Bruto percápita fue la medida corriente del nivel de desarrollo, (Boisier, 1999). El economista británico Dudley Seers revolucionó el término cuando a fines de la década de los ´60 del siglo pasado, aportó un nuevo enfoque del desarrollo al afirmar que debemos preguntarnos acerca de las condiciones necesarias para la realización del potencial de la personalidad humana.
En 1995 las Naciones Unidas publican su informe titulado una Agenda para el desarrollo, que resume la esencia del fenómeno al definir sus cinco dimensiones. Ellas son: Peace as the fundación, the economyc as the engine of progress, the environment as e basis for sustentability, justice as the pillar of society, democracy as good gobernance. (Boutros Boutros-Gali, 1995).
El desarrollo no es una meta fija que se alcanza o se mide con unos pocos indicadores cuantitativos. Es un proceso sin fin (Coraggio J.L, 2002). O como apunta Bousier ¨el desarrollo es la utopía social por excelencia¨. Por lo que es un proceso multifactorial y en su acepción práctica necesita una voluntad política y una gestión gubernamental transparente e integradora de todas las instituciones, no solo del sector empresarial generador de capital, para lograrlo en un contexto determinado.
Por otro lado, desarrollo es un sustantivo que se acompaña por muchos adjetivos de acuerdo al objetivo del trabajo académico donde lo encontremos o al discurso del político que escuchamos.
Así se habla de desarrollo económico, humano, sustentable, sostenido, territorial, local, entre otros. El que nos interesa es éste último.
Lo ¨local¨ está asociado a la localización de alguna cosa o proceso, en un lugar fijo, con coordenadas bien acotadas dentro de un territorio más amplio. Aparece crecientemente opuesto a lo ¨global¨, lo planetario y, por tanto, asociado a pequeño, limitado, alienado, débil. (Coraggio J.L, 2002). Sin embargo producto de las formas de organización del trabajo en la sociedad post industrial, lo local puede estar interconectado con lo global, a través de redes productivas o de gestión de información y de generación de conocimientos, lo que representa a nuestro criterio una oportunidad o una amenaza para el desarrollo de las localidades de la periferia en dependencia a cómo se gestionen sus capacidades y recursos en función de abandonar las cualidades de alineación y debilidad anteriormente señaladas.
Claro, es en este contexto donde la función de una institución de educación superior con alto sentido de pertenencia puede participar en la generación de sinergias que permitan dinamizar los objetivos de desarrollo a mediano y largo plazo. Siendo su primera responsabilidad aportar los profesionales necesarios en cantidad y calidad, así como actualizarlos sistemáticamente de tal forma que éstos puedan interpretar y decodificar el lenguaje global (tecnológico y social) para aplicarlos creadoramente al desarrollo local. Desde esta perspectiva el conocimiento no estaría ¨importado¨ en sistemas patentados por las grandes compañías (compañías globales), sino que se comportaría como un conocimiento activo, participativo y creativo en las personas y sus trabajos para dar solución a los problemas de diversa índole en el marco de la localidad.
En esa línea es que los miembros organizados de la sociedad local pueden regular sus conflictos de intereses, inter étnicos, ideológicos, políticos, compartiendo un proyecto de sociedad más democrática, equitativa, donde puedan crecer como seres humanos.
Estando de acuerdo con lo anterior se sustenta la posibilidad – necesidad de que la universidad se ocupe por estar orientada al desarrollo local desde todos sus procesos. Pero al llegar a este punto es lógico pensar que la formación debe contribuir a la calidad de la educación en los niveles precedentes, no solo en su aspecto pedagógico, sino también a la calidad del sistema educativo en general.
Asi la pertinencia en términos de contribución al desarrollo local, necesariamente incluye, en un mismo nivel de prioridad una estructura de formación de profesionales competentes según las necesidades del desarrollo local, como la contribución a la calidad del sistema educativo en general y al técnico profesional en particular para garantizar calidad en el ingreso y ampliar la preparación para optar por las oportunidades laborales. Bajo es enfoque estamos hablando de una dimensión (primaria) de la pertinencia de la universidad local.
De manera que para ser pertinente la universidad local se encuentra ante la contradicción de la necesidad de contribuir al desarrollo local y la posibilidad que tiene de dar esa respuesta en términos de recursos académicos, gestión de los procesos y nivel de desarrollo institucional de ella misma. Fundamentando de esta manera la evaluación de la pertinencia con criterio de orientación al desarrollo local.
Como resultado de toda la exposición anterior proponemos como dimensiones para evaluar la pertinencia de la formación en una universidad local, con criterio de orientación hacia el desarrollo las siguientes:
- Estructura y resultados de los programas de formación de pre y pos grado.
- Contribución al desarrollo y calidad del sistema educativo.
- Contribución a las políticas de desarrollo locales.
- Capacidad de generar aprendizajes propios y para la localidad.
Conclusiones
Está generalmente aceptado el origen medieval de la universidad como institución encargada de preservar y desarrollar la cultura de la humanidad basándose en la trasmisión y generación de conocimientos. La universidad es la institución que en el entramado social se caracteriza por brindar un producto intangible – el conocimiento, desarrollar aprendizajes y certificar éstos mediante un título de graduado válido para enfrentarse al mercado de trabajo.
En este siglo ha ido ganando lugar el término de ¨universidad local¨ o ¨universidad de la periferia¨, clasificándolas en este tipo bajo el criterio de su ubicación en localidades de menor desarrollo económico, que se encuentran alejadas de los centros de decisiones nacionales, que coinciden con que son ciudades o territorios de pocos recursos que merman la posibilidad de aprovechar las oportunidades para el crecimiento económico y el mejoramiento de la vida de sus ciudadanos.
Para ser pertinente la universidad local se encuentra ante la contradicción de la necesidad de contribuir al desarrollo local y la posibilidad que tiene de dar esa respuesta en términos de recursos académicos, gestión de los procesos y nivel de desarrollo institucional de ella misma.
Las dimensiones para evaluar la pertinencia de la formación local con criterio de orientación hacia el desarrollo son las siguientes: Estructura y resultados de los programas de formación de pre y pos grado; contribución al desarrollo y calidad del sistema educativo; contribución a las políticas de desarrollo locales y capacidad de generar aprendizajes propios y para la localidad.
Bibliografía - Bibliography
Altbach Philip G. y otros. Resumen ejecutivo. Tras la pista de una revolución académica.
Las universidades africanas en el siglo XXI. Disponible en: http://www.revistapueblos.org/
La educación superior y los desafíos mundiales. Disponible en http://portal.unesco.org.es
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La singularidad de las universidades locales: pertinencia de su proceso de formación
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