Research article

 

Responsabilidad social empresarial ¿un nuevo paradigma de racionalidad económica para las organizaciones?

 

Julio González Candia
Departamento de Tecnologías Generales,
Facultad Tecnológica, Universidad de Santiago de Chile. Chile

Julio.gonzalez@usach.cl

Myrna Videla Aros
Departamento de Tecnologías Generales,
Facultad Tecnológica. Universidad de Santiago de Chile. Chile

Myrna.videla@usach.cl

 

Resumen

En la actualidad mucho se discute y se escribe sobre Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa, es parte del lenguaje común en el área de la administración y gestión de empresas, ocupa un lugar de privilegio en la planificación estratégica de las organizaciones más vanguardistas y sus ejemplos se expanden también a los gobiernos y la sociedad civil. Sin embargo, hace sólo una década, el tema se desconocía en esta parte del continente, las primeras experiencias provenían de Europa y Estados Unidos principalmente. El trabajo en referencia aborda la posibilidad que las nuevas miradas en cuanto a temas de Responsabilidad Social por parte de empresas estén constituyendo de algún modo un conjunto de creencias y actitudes, una visión del mundo compartida por expertos que implica métodos y estrategias determinadas. Esta posibilidad estaría dando cuenta de un nuevo paradigma por parte de la comunidad empresarial, más allá de la minimización de los costos y la maximización de las utilidades y/o ganancias existirían hoy ejemplos concretos de acciones de estas instituciones que sobrepasan las fronteras de lo puramente económico. Entre estos ejemplos, sobresalen aquellas acciones tendientes a contribuir al mejoramiento del entorno social donde se desenvuelve la empresa, aportando ideas y recursos para contribuir de manera significativa en la resolución de problemas tales como la marginalidad, la calidad de vida de la comunidad, la preservación del medio ambiente, etc. Este artículo pretende plantear la interrogante de si efectivamente estamos frente a una nueva racionalidad económica por parte de las empresas - la que se entendería en el marco del paradigma antes señalado - con los consiguientes beneficios para toda la sociedad o si – una vez más – estamos frente a una moda o a certeras estrategias de marketing de estas mismas organizaciones para posicionarse mejor, ganar nuevos mercados o adecuarse a clientes cada vez más informados, exigentes y críticos de su mismo accionar.


Palabras Clave: Responsabilidad Social, Racionalidad Económica, Organizaciones, , ,

 

Corporate social responsibility ¿a new paradigm of economic rationality for the organizations?

Abstract

At present a lot is discussed and written about Corporate Social Responsibility, it is part of the common language in the area of the administration and management of companies, it occupies a place of privilege in the strategic planning of the most ultramodern organizations and its examples expand also to the governments and the civil society. Nevertheless, only a decade ago, the topic was not known in this part of the continent, the first experiences were coming principally from Europe and The United States. This work approaches the possibility that the new looks about Social Responsibility on part of companies are constituting somehow a set of beliefs and attitudes, a vision of the world shared by experts that implies methods and certain strategies .This possibility would be realizing of a new paradigm on the part of the managerial community, beyond the minimization of the costs and the maximization of the usefulness and / or earnings there would exist today concrete example actions of these institutions that exceed the borders of the purely economic thing. Between those examples, there stand out those actions tending to contribute to the improvement of the social environment where the company is unrolled, contributing ideas and resources to contribute in a significant way in the resolution of such problems such as the marginality, the quality of life of the community, the preservation of the environment, etc. This article tries to raise question of if we really are opposite to a new economic rationality on the part of the companies – the one that would be understood in the frame of the paradigm before mentioned - with the consequent benefits for the whole company or if - once again - we are opposite to a mode or accurate strategies of marketing of the same organizations to be better positioned, to gain new markets or to be adapted to clients increasingly informed, demanding and critical of his same one to gesticulate.


Key-words: Social Responsibility, Economic Rationality, Organizations, , ,

Introducción

En la actualidad mucho se discute y se escribe sobre Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Corporativa (RSC), seminarios y eventos se realizan por doquier intentando exponer y resaltar los beneficios de esta nueva mirada en la gestión de las organizaciones, es también parte del lenguaje común en el área de la administración y dirección de empresas en entidades tanto públicas como privadas, ocupa un lugar de privilegio en la planificación estratégica de las entidades más vanguardistas y sus ejemplos se expanden también a los gobiernos y la sociedad civil. Sin embargo, hace sólo una década, el tema se desconocía en esta parte del continente, las primeras experiencias provenían de Europa y Estados Unidos principalmente.  Por otra parte, existiendo sectores que respaldan la RSE o la RSC y que la consideran como un avance en cuanto a lo que las empresas pueden hacer por la sociedad, también hay movimientos críticos que estarían dando cuenta de dudas e interrogantes relacionadas con qué tan real o efectivas serían las medidas y/o acciones que la responsabilidad social realiza tanto al interior como al exterior de las mismas organizaciones. Una inquietud mayor tiene que ver con  que la Responsabilidad Social sea un nuevo paradigma de racionalidad económica para las empresas y por ende, logre de una manera más completa y permanente en el tiempo favorecer a grupos de interés diversos más allá de los propios accionistas primarios y/o dueños de esas mismas entidades.

Algunas  Definiciones y consideraciones iniciales

Definiciones hay muchas, no existe una definición universal de Responsabilidad Social. Iniciaremos con los planteamientos de Mónica Araya del Centro de Derecho y Política Ambiental de la Universidad de Yale quien ha indicado que “en la práctica, este concepto promueve un comportamiento empresarial que integre elementos sociales y ambientales que no necesariamente están contenidos en la legislación sino que más bien obedecen a las expectativas de la sociedad con respecto a la empresa”(1).

Por otra parte, la Business for Social Responsibility (BSR) define la responsabilidad social corporativa como el “acto de alcanzar los objetivos comerciales en maneras que honran los valores éticos y respetan a la gente, las comunidades y el medio ambiente”. Para  Juan Pedro Sulbarán(2)el concepto de RSE no es estático, preciso ni definido, lo ve más bien como “un blanco o meta móvil que incluye todas aquellas consideraciones y expectativas de tipo económico, legal, ético y discrecional que la sociedad se ha forjado con respecto a las organizaciones empresariales en un momento determinado de su acontecer histórico”.

De esta última definición dos aspectos a subrayar, primero el otorgarle a la RSE el carácter de “en construcción”, y segundo, la instalación de la mirada histórica en cuanto a las consideraciones y expectativas que la sociedad tiene de las empresas. Claramente que las expectativas que se tienen hoy de las organizaciones en los temas económicos, legales, medioambientales, etc. son distintos a los que se tenían, diez, incluso cinco años atrás. En este punto no podemos dejar de mencionar que también estamos frente a otros sujetos que conforman la sociedad y que en interacción construyen sus opiniones en relación a los otros sujetos, agrupaciones, en fin.   Otro autor, Rosamund Thomas(3) al abordar el concepto de ética empresarial, se preocupa de diferenciarlo de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Así plantea que  el “concepto de ética empresarial pone énfasis en la moralidad, en los valores éticos, mientras que la RSC centra su atención en el desempeño en términos sociales y medioambientales”. Agrega enseguida que, “ambas tendencias han convergido, hasta cierto punto, en otras responsabilidades que se les han agregado, tales como respeto por los derechos humanos y normas anticorrupción”. Destacamos de estos planteamientos el intento de Thomas por separar las áreas de la ética empresarial y la RSE, si bien es cierto hoy hay consenso en los temas que les preocupan a ambos, también releva ámbitos de acción diferenciados.

 En la misma línea de Thomas encontramos los planteamientos de la Comisión de las comunidades europeas quienes en su libro verde han sostenido que “la responsabilidad social de las empresas es, esencialmente, un concepto con arreglo al cual las empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y un medio ambiente más limpio”. Sostienen, además, que “un número creciente de empresas europeas reconoce cada vez más claramente su responsabilidad social y la considera parte de su identidad. Esta responsabilidad se expresa frente a los trabajadores y, en general, frente a todos los interlocutores de la empresa, que pueden a su vez influir en su éxito”(4).

Clave resulta en la definición de las Comunidades Europeas el carácter de voluntariedad que tienen las empresas al asumir ciertos compromisos y acciones en el área de la RSE teniendo en mente como objetivo y/o propósito un bien superior, como lo es el contribuir decididamente a construir una sociedad mejor en los diferentes planos, primero de una manera interna, es decir considerando a sus trabajadores, accionistas, proveedores, hasta una mirada más externa, como la comunidad a la cual pertenece o en la que está inserta. Podemos agregar y en el decir  de los autores José Luis Lizcano y Pablo Nieto que “al aceptar la compañía una determinada responsabilidad social se ve obligada por convicción propia a incorporar dentro de su planificación estratégica objetivos que consideren la justicia social, el desarrollo sostenible a largo plazo y la mejora de la sociedad”(5).

 Me parece muy oportuno relevar la característica de “obligación por convicción” que proponen Lizcano y Nieto por parte de las  empresas en materia de RSE, para un número importante de autores e investigadores en la materia, este sería el elemento realmente distintivo y diferenciador. Así, nos encontramos con otra definición propuesta por Alexei Guerra, quien señala que la RSE “se entendería como la incorporación conciente, clara y sostenida en la gestión estratégica de una organización, de los impactos sociales de su actividad o negocio en el entorno, y la necesidad de sopesar los valores sociales, subjetivos y cualitativos, como complemento de los criterios tradicionales de medición y evaluación de la rentabilidad y gestión financiera de una organización, en su vinculación e interacción con el medio o entorno”(6). De esta manera se instalaría un elemento central que tiene que ver con como la organización toma conciencia y comprende a cabalidad las percepciones, intereses y necesidades que los actores(7) tienen de su accionar traducido en una gestión funcional a esos requerimientos.

Situándonos ya en el ámbito nacional, la Fundación Prohumana ha definido la RSE como “la contribución al desarrollo humano sustentable, a través del compromiso y la confianza de la empresa hacia sus empleados y las familias de éstos, hacia la sociedad en general y hacia la comunidad local, en pos de mejorar el capital social y la calidad de vida de toda la comunidad”. Se destaca en el análisis de la Fundación en referencia que este concepto de Responsabilidad social de una u otra manera “implica un nuevo rol de la empresa dentro de la sociedad; desde su accionar como un actor meramente económico hacia un actor del desarrollo económico del país”(8).

La  Fundación Prohumana fue un poco – o bastante – más allá  al expresar que la RSE es un movimiento mundial que busca la implementación de un nuevo modelo de capitalismo inclusivo, en el que los distintos actores de la sociedad, Estados, Empresas y sociedad civil implementen modelos de gestión humanamente sustentables con sus diferentes públicos de interés a nivel local y global.  Todo esto, vamos también señalándolo desde ya – en una lógica de mercado y de intereses, donde las funciones y ámbito de intervención del Estado se han visto disminuidas y/o han retrocedido ante el avance de las empresas y sus organizaciones derivadas. Ya lo planteaba Aldo Ferrer en relación a las políticas inspiradas en la visión neoclásica, “el Estado se limita a asegurar los derechos de propiedad y a no interferir en las transacciones entre los particulares”(9).

La racionalidad económica de las personas y las empresas

Lo señalábamos en el párrafo anterior  que la Responsabilidad Social Empresarial se da en la actualidad principalmente un marco de sociedades claramente mercado céntricas, en donde el mercado con sus actores tienen una presencia y un impacto decisivo en el devenir de esas mismas sociedades y de las personas que lo integran.

Esto no es menor y desde ya nos permite suponer varios elementos que están en juego de lo que estamos discutiendo.  El primero de ellos tiene que ver con analizar la racionalidad económica de las empresas que se dedican a producir bienes y servicios para la sociedad. 

Si hacemos algo de historia podemos señalar  según el trabajo de Sebastián Laza(10) que fueron los neoclásicos los que formalizaron, matemática mediante, los modelos económicos (de equilibrio parcial y de equilibrio general) que han perdurado hasta la actualidad. Esto “supone en los seres humanos una racionalidad maximizadora de beneficios / minimizadora de costos bastante extrema, siempre en lo que respecta a nuestra tarea de tomar decisiones económicas en función del dilema recursos escasos versus necesidades infinitas”.

De lo anterior se desprende que los hombres –por cierto también las empresas -, al enfrentarnos al dilema de necesidades múltiples versus recursos escasos o limitados, no nos queda otra que “tratar de maximizar siempre la utilidad / beneficio que podemos sacar de nuestros escasos recursos, buscando de esta forma obtener en toda situación -de índole económica- el máximo beneficio con el mínimo costo”.

Continua Laza señalando que  este principio de maximización de las utilidades y las ganancias es el “fundamento que los neoclásicos tuvieron en cuenta para edificar “científicamente” a la economía, es decir para darle formato científico / matemático a ideas pre-existentes, como por ejemplo las que venían postulando Adam Smith y David Ricardo -entre los principales de la llamada Escuela Clásica en economía-, ideas que habían tomado auge principalmente con la 1ra Revolución Industrial (siglo XVIII), cuando se empezaron a formar los estados naciones y las economías de mercado que aún hoy perduran(11)”.

En una mirada más actual y aunque partamos de la base que el principio de la maximización – minimización sigue vigente en la lógica capitalista(12), éste se daría con algún matiz o dicho de otra forma, gracias al aporte de las neurociencias se ha comprobado que un principio que parecía tan absoluto ha comenzado a relativizarse. Es el mismo Sebastián Laza quien postula que algo ha cambiado en este aspecto. En el decir de Laza, “nuestras decisiones económicas parece no estarían basadas en los fríos cálculos costo-beneficio optimizadores que la teoría económica sugiere, sino mas bien en una mezcla importante de tensiones emocionales y deliberativas, que se retroalimentan mutuamente, y que necesitan encontrar un equilibrio conjunto (o una optimización conjunta), pero con las restricciones emocionales actuando primero y condicionando fuertemente todo el proceso decisional, lo que ha llevado a algunos estudiosos del tema a decir que el ser humano no sería racional sino “irracionalmente racional”, o en palabras de Simon, de “racionalidad limitada”(13). Esta perspectiva se fundamenta también en los planteamientos  de Carlos De Carlos Stoltze quien ha sostenido que “las empresas deben crear valor económico y los resultados son indicador de su eficiencia. Sin embargo, no es este el único propósito de la empresa ni el único indicador de sus logros”(14). Para este autor también es muy importante promover la cooperación de personas en un ambiente de confianza recíproca, “promoviendo una cultura y valores corporativos que persigan la mejora la mejora en los interlocutores internos y externos de las empresas”(15).

Existe otro autor que ha abordado la problemática de la racionalidad económica, Miguel Alfonso Martínez(16) quien ha planteado que existen dos actitudes distintas a la hora de entender y construir la teoría económica. La primera tiene que ver con la animalidad de la racionalidad económica o también llamada “razones del corazón”, la segunda, una actitud que desprecia lo animal, incluso al hombre mismo. Estas actitudes tendrían consecuencias bien concretas a la hora de comprender realidades como las de las empresas, el mercado, el trabajo, la producción, en fin. En la parte final de su artículo llega a  sostener que “una teoría económica construida  sobre una idea de hombre calculador de ventajas, arbitrario e indiferente sólo puede dar lugar a una teoría de precios. Todas las relaciones de esos individuos deben ser reguladas por precios, intercambios de entradas y salidas, único modo de resolver los conflictos entre ellos”. Miguel Alfonso Martínez se pregunta, ¿qué sentido tiene entonces la acción de este tipo de individuos?, ¿realmente quieren interacciones o más bien buscan como evitarse mutuamente?  Este modelo de hombre se corresponde con el de un animal poseído por un espíritu que no puede ser racional, un lúcido calculador de ventajas que no tiene ningún sentido para el animal del que se ha posesionado, y por eso acaban ahogándolo en el lago de su propio sinsentido”(17). Fuertes palabras para caracterizar a aquellos que sólo poseen una dimensión de la racionalidad económica en la mirada más contemporánea ya sea a nivel individual como sujeto o en interacción social, en el caso de una organización. Características estas últimas – en la mirada de De Carlos - que sin duda alguna podrían socavar en el largo plazo la sustentabilidad del aporte de valor y los resultados positivos para una empresa.

Para cerrar este apartado y aunque son planteamientos anteriores o definitivamente ser considerados como clásicos, vale la pena recordar a  Max Weber quien ya sostenía “que la acción social, como toda acción, podía ser: 1) racional con arreglo a fines: determinada por expectativas como condiciones o medios para el logro de fines propios racionalmente sopesados y perseguidos. 2) racional con arreglo a valores, 3) afectiva, especialmente emotiva y 4) tradicional, determinada por una costumbre arraigada”(18).  Sin duda una clasificación que nos permite condensar las explicaciones sobre la racionalidad anteriormente expuestas y que se aplicarían también al contexto organizacional y/o emrpesarial..

La pregunta, ¿estamos frente a un nuevo paradigma de racionalidad económica?

El  asunto desafiante es abordar la posibilidad que las nuevas miradas en cuanto a temas de Responsabilidad Social por parte de empresas estén constituyendo en el decir de Gloria Pérez Serrano(19), de algún modo un “conjunto de creencias y actitudes, una visión del mundo compartida por expertos que implica métodos y estrategias determinadas”. Esta posibilidad estaría dando cuenta de un “nuevo paradigma(20)por parte de la comunidad empresarial, más allá de la “minimización de los costos y la maximización de las utilidades y/o ganancias” puesto que hoy existirían ejemplos concretos de acciones de estas instituciones que sobrepasan las fronteras de lo puramente  económico.

Entre estos ejemplos, sobresalen aquellas acciones tendientes a contribuir al mejoramiento del entorno social donde se desenvuelve la empresa, aportando ideas y recursos para  contribuir de manera significativa en la resolución de problemas tales como la marginalidad, la calidad de vida de la comunidad, la preservación del medio ambiente, etc.  Hay planteamientos que relevan y justifican la intervención de la empresa privada en la resolución de las dificultades sociales. El autor Steven D. Lydenberg sostiene que hoy “el mundo vuelve cada vez más la mirada hacia la empresa con fines lucrativos para que satisfaga estas necesidades urgentes (alimentación, vestuario, puestos de trabajo, problemas medioambientales), hacia la empresa global para que aborde nuestros (los) problemas globales”. Agrega enseguida que “las grandes empresas con sus enormes recursos, su perspectiva internacional, su movilidad y su capacidad de respuesta a los cambiantes mercados pueden manejar adecuadamente este tremendo reto”(21).

Ahora bien, es nuestro deber señalar que los mejores ejemplos de acciones de Responsabilidad Social provienen de grandes empresas(22), en su mayoría transnacionales. Ya en el resumen del citado Libro Verde de la Comisión de las Comunidades Europeas se plantea que este concepto “se aplica sobretodo en las grandes empresas, aunque en todos los tipos de empresas, públicas y privadas, incluidas las PYME y las cooperativas, existen prácticas socialmente responsables”(23).  Sin duda que en todo tipo de organización – independiente de su nivel y/o tamaño – podrían existir prácticas socialmente responsables en los ámbitos de la gestión de los recursos humanos, la salud y seguridad en el trabajo, la gestión del impacto ambiental y de los recursos naturales por nombrar algunas acciones  en  la dimensión interna o  el trabajo que se haga por ayudar a las comunidades locales, la relación con los socios comerciales, proveedores y consumidores, etc. en la dimensión externa. Pero no es menor y seguramente no es casualidad que “los mejores y más amplios ejemplos” de RSE o RSC se den en las empresas de mayor tamaño, transnacionales, con mayor nivel de venta y por ende, de utilidades.

Lo anterior, nos lleva a reflexionar varias cosas, por un lado, el de la asociación entre las variables “mayores ingresos” y “mayores acciones de RSE” o por el contrario menores ingresos, menores acciones de responsabilidad social lo que evidentemente sería lo que les ocurriría a las medianas, especialmente a  las pequeñas y medianas empresas, quienes al verse situadas de manera permanente en el debate por la subsistencia en los cada vez más competitivos mercados, tendrían menores oportunidades reales de iniciar y/o de implementar acciones de responsabilidad social ya sea a nivel interno o externo.

Otro tema de reflexión tendría que ver con lo que se planteó anteriormente en el sentido de la disyuntiva entre la minimización de los costos y la maximización de las ganancias. Si por las razones mencionadas son prioritariamente las grandes empresas quienes realizan una mayor cantidad de acciones de responsabilidad social, tal vez no estemos frente a esa disyuntiva, sino que estas organizaciones – presentes en diversos países – asumen “una forma distinta” de maximizar sus utilidades en cuanto ya no a minimizar sus costos de operación, sino que en ampliar sus ámbitos de acción y presencia en temas de RSE lo que además, les puede generar dividendos en cuanto a una mejor imagen en el mercado, lo que se vería materializado en una mayor adquisición de los bienes y/o servicios que estas ofertan a los distintos mercados objetivos. En buenas cuentas, el “gasto mayor en RSE” se vería compensando con nitidez en la elevación de los niveles de ventas y, por ende, ganancias. De hecho, desde el sector más crítico, se piensa que es sólo una moda que persigue exclusivamente aumentar los beneficios económicos para las empresas. El autor Ernesto Barrera Duque citando a Gilles Lipovetsky  (2005) ha sostenido en relación a la RSE que “algunos críticos la consideran una moda pasajera a través de la cual la ética de los negocios se interpreta como medio para alcanzar los fines económicos de las empresas; como un instrumento para exhibir con ostentación, pero sin fondo, la “moralidad” en la acción empresarial, esperando, como siempre, el aumento de los beneficios”(24).

También es discutible una cuestión anterior y que ésta tiene que ver con los argumentos a favor y en contra de que las empresas implementen acciones de RSE.  Para ello hemos revisitado los planteamientos de tres autores, Juan Pedro Sulbarán(25), Sthephen Robbins(26) y Hernán Murdock(27) (quién adapta los planteamientos de Lawrence, Weber and Post). Entre los principales argumentos en contra podemos mencionar:

  • Perseguir metas sociales diluye la finalidad de la empresa: la productividad económica. O lo que es muy parecido, reduce la eficiencia económica y la rentabilidad.
  • Los gerentes y directores de empresas generalmente no tiene la capacidad ni la experiencia para resolver problemas de naturaleza social (habilidades sociales).
  • La responsabilidad social es básicamente una doctrina subversiva que puede en cierto modo debilitar los fundamentos del sistema capitalista de libre empresa. Impone gastos distintos entre competidores e impone gastos ocultos cobrados a los diversos tipos de accionistas.

Entre los argumentos a favor sostenidos por los apologistas o intervencionistas(28), podemos señalar:

  • La empresa, como tal, debe responder adecuadamente a los cambios socio-culturales si espera tener éxito y sobrevivir.
  • Desanima la regulación gubernamental.
  • Equilibra el poder con la responsabilidad. Las empresas tienen mucho poder y se requiere una responsabilidad igualmente grande para compensarlo.
  • La empresa para su propio bien debe vislumbrar esos cambios y cooperar en la solución de problemas sociales estimulando así la creación de un ambiente propicio en el cual operar.
  • Siendo socialmente responsable, la empresa estará en capacidad de proyectar una mejor imagen hacia la comunidad. La opinión pública respalda a las empresas que persiguen metas económicas y sociales. Así, se aumenta el valor del negocio y su reputación.
  • Las empresas, y en particular las de gran tamaño, disponen por lo general de grandes recursos que pueden contribuir a la solución de muchos problemas sociales. Esto les permitiría respaldar proyectos públicos y de asistencia que necesitan apoyo.
  • La empresa tiene la obligación moral de ayudar a la solución y/o corrección de problemas sociales que en muchos casos ella misma ha creado o ha contribuido  a crear.  Si se abordan los problemas sociales antes de que se vuelvan graves y sea más costoso corregirlos está propiciando la acción preventiva por sobre la remedial.

Conclusiones

La interrogante sigue en el tapete, ¿estamos actualmente frente a un nuevo paradigma de racionalidad económica por parte de las empresas?.

Tal vez podemos, señalar y citando nuevamente a Hernán Murdock(29)  que lo que se ha podido visibilizar con la RSE es “que las empresas operan dentro de una red de relaciones económicas, sociales, políticas y ecológicas y por lo tanto, deben actuar de manera ética para cumplir con las responsabilidades que tienen con todos los accionistas”. Si damos por supuesto el postulado anterior ya tenemos una primera pista para contestar nuestra pregunta y esta es que la red de relaciones en donde opera una empresa no es sólo económica – financiera. Al incorporar a los actores sociales, políticos y ecológicos, la red no sólo se amplía, también se diversifica y se tensiona puesto que se ejercen presiones desde cada punto referencial. Un aspecto central es que la maximización de beneficios ya no podría seguir siendo el único principio, ni la única racionalidad que cruce esta nueva red de relaciones o vínculos.

Otro elemento que juega un importante rol en la búsqueda o en el intento de responder la pregunta antes formulada  es que la sociedad de hoy es distinta porque los sujetos que la integran, por ejemplo, han elevado sus niveles formativos y se vuelven más críticos del desenvolvimiento de todos los actores; preferentemente los gubernamentales y empresariales. Si nuevamente damos por supuesto el postulado en cuestión, las empresas y organizaciones tendrían la necesidad creciente de “operar” en la sociedad actual de una manera diferenciada a como lo han estado haciendo hasta el día de hoy. Ya lo planteaba la investigadora Mónica Araya, “en el futuro, las compañías se guiarán no sólo por el contrato formal otorgado por el gobierno y lo que establecen las leyes, sino también por mecanismos menos formales: la llamada “licencia para operar en sociedad”. En ausencia de dicha licencia, tarde o temprano, empresas con prácticas reprochables enfrentarán problemas de legitimidad”(30).

No sólo legitimidad es el problema más que serio que podrían enfrentar las organizaciones, sino que también incluso de subsistencia en los mercados donde operan; los autores  Manuel Bestratén  y  Luis Pujol han indicado que “una política de RS representa a nivel interno de empresa el desarrollar una cultura, basada en valores, de eficiencia en el trabajo y al mismo tiempo de respeto a la sociedad. Afortunadamente éstos, impregnados de principios éticos, se aprenden y se acrecientan personal y colectivamente en el trabajo con su practica diaria. Por el contrario, no cultivarlos y no controlar su cumplimiento, genera irremisiblemente el deterioro de la organización que puede llegar incluso a su propia desaparición. De ahí que la empresa puede y debiera ser el marco idóneo para la autorrealización de todos sus miembros y el desarrollo de una sociedad más justa y solidaria(31)”.

Así las cosas, no bastará  que las organizaciones persigan sólo fines económicos, la sociedad le impondrá nuevos desafíos a los cuales tendrán que acostumbrarse y adaptarse para sobrevivir o desaparecer en la vorágine de los cambios y la dinámica económica en contextos y/o escenarios de globalización. En el decir del ya citado Alexei Guerra “la RSE debe insertarse (en el) contexto de replanteamiento del escenario social, económico, político, tecnológico e institucional, en el cual los límites de las esferas de actuación, responsabilidad y competencia entre lo público y lo privado se difuminan, haciendo posible, y sobretodo necesario el consenso entre empresas, Estado y Sociedad Civil”(32).

Con estos elementos, al menos podemos llegar a una conclusión preliminar, si es que aún no estamos frente a un nuevo paradigma de racionalidad económica vamos a necesitar estarlo en un corto a mediano plazo y si bien esto implica responder y preguntarnos por cuestiones más de fondo como el modelo económico o el modelo de desarrollo, claves resultarán los conceptos de preservación y sustentabilidad, Jiménez y Mújica(33) han sostenido que “ante el criterio de dominar a la naturaleza para el bienestar del hombre, emerge el criterio de preservar la naturaleza para que el hombre pueda disfrutar del bienestar proveniente del avance científico y tecnológico”, por otro lado,  los autores Carpenter y White tienen razón al indicar - en directa asociación con el tema de responsabilidad social - que “el desarrollo sostenible requiere un nuevo modelo económico ya que si solo dependemos de la filantropía, las mejoras terminan cuando se agota el dinero, si solo dependemos de la razón moral, las mejoras serán hechas sólo por las empresas de altos valores éticos, pero si desarrollamos nuevos modelos económicos, no habrán límites a los logros que se puedan alcanzar”(33). Así desde el ángulo de mirada de la preservación y la sustentabilidad a la base y más aún en contextos de globalización, se necesitarán prácticas gerenciales y directivas – tal vez nuevas racionalidades - que apunten a estos objetivos, ya lo planteaba Molina cuando sostenía que “los mercados globales imponen una necesidad apremiante: identificar y poner en marcha nuevas prácticas gerenciales, capaces de brindar beneficios a corto plazo, pero además y sobretodo, de mantenerlos, reafirmarlos y elevarlos en un largo horizonte de tiempo”(34).

Tal vez aún no estemos ante la posibilidad real de concebir  nuevos modelos económicos y/o de desarrollo ante el imperio del mercado o  de – como diría Arturo Escobar – “construir nuevos imaginarios económicos capaces de apuntalar luchas concretas contra el neoliberalismo y los designios para las economías alternativas”(35)pero si estamos en condiciones de reflexionar y preguntarnos de cómo se han estado haciendo las cosas.

Deseo ser positivo en plantearme lo que viene en materia de Responsabilidad Social para las organizaciones, una vez que las acciones de RSE o RSC se amplíen a más organizaciones, incluidas las de menor tamaño, con los consiguientes beneficios para toda la sociedad. Creo que llegará la hora de decir que no se trató de una moda o  certeras estrategias de marketing de estas mismas organizaciones para posicionarse mejor, ganar nuevos mercados o adecuarse a clientes cada vez más informados, exigentes y críticos de su mismo accionar. Sino que se trató o se trata de cimentar las bases del accionar de las empresas desde otro lugar. De un lugar en donde la ética, la legalidad, la ecología y el desarrollo sostenible son tan importantes como el factor económico que ha primado hasta la actualidad.

O dicho de otro modo, pensar también que la Responsabilidad Social, puede ser un valor y una filosofía de gestión para las organizaciones en la cual se pueda desarrollar la hasta ahora monopólica “racionalidad económica” dando espacio a “otras racionalidades” que incluyan – en el decir de Weber – con más fuerza las dimensiones valóricas y afectivas,  propiciando así una acción social en donde prime el bienestar colectivo y la mirada de largo plazo, intencionado en este caso – por las organizaciones públicas y privadas de una necesaria “nueva sociedad”.

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Ranking de RSE: “Las empresas más responsables socialmente de Chile 2006 – Una mirada desde los trabajadores”. Fundación Prohumana. Santiago de Chile. Diciembre de 2009.  

 

Notas

  1. Araya Mónica, Negociaciones de inversión y responsabilidad social corporativa: explorando un vínculo en las Américas. En Revista: Ambiente y Desarrollo de CIPMA. Volumen XIX/ 2003. Pág. 76.
  2. Sulbarán Juan Pedro, El concepto de responsabilidad social de la empresa. En Revista de Economía Nº 10, pág. 234.
  3. Thomas Rosamund, Ética Empresarial – Gobierno y Reputación Corporativa. Artículo preparado para la primera sesión plenaria de The Reputation Institute. Novena Conferencia Internacional, Madrid, España, Mayo de 2005. Pág. 1.
  4. Libro Verde,  Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. Comisión de las comunidades europeas, Bruselas, Junio de 2001. Pág. 4.
  5. Lizcano Álvarez José Luis y Nieto Martínez Pablo, La Responsabilidad en el Capitalismo Futuro. Competencia, Gasto Público y Comportamiento Social de las Empresas. En Universia Business Review, segundo trimestre, nº 10. Madrid, España, 2006. Pág. 16.
  6. Guerra Alexei, De la Responsabilidad Social Empresarial, a la Ética en el Cambio Organizacional. En Revista Compendium. Nº 18. Julio de 2007. Pág. 77.
  7. Por actores, entendemos aquí desde los dueños o accionistas de la empresa, pasando por los trabajadores y miembros de la comunidad donde está inserta la organización.
  8. Artículo, Ranking de RSE: “Las empresas más responsables socialmente de Chile 2006”. Una mirada desde los trabajadores. Fundación Prohumana. 2007. Pág. 3.
  9. Ferrer Aldo. Hechos y ficciones de la globalización. Argentina y el Mercosur en el Sistema Mundial.  Fondo de Cultura Económica. Argentina. Primera Edición de 1997. Pág. 113.
  10. Laza Sebastián, Hacia una relativización del concepto de maxi/minimización dentro de la ciencia económica – versión actualizada de Febrero de 2008. En http://www.zonaeconomica.com/seblaza/neuroeconomia visitada el día 05 de abril de 2008.
  11. En Laza, págs. 1-2.-
  12. Esto es también sostenido por Wallerstein, quién citado por Ulrich Beck en el texto ¿Qué es la Globalización?, plantea que la Economía mundial capitalista comporta tres elementos básicos; primero, está regido por la maximización de los beneficios, segundo, la existencia de una serie de estructuras estatales dotadas de una fuerza diferente hacia dentro y hacia fuera y tercero, la apropiación del plus del trabajo se da en unas condiciones de explotación con tres fases: espacios centrales, semiperiferia y países regiones periféricos. Págs. 58 y 59
  13. En Laza, pág. 5.
  14. De Carlos Stoltze Carlos, Escuelas de Management y el Juramento Ético Profesional de sus egresados. En Revista Trend Management. Volumen 13, Nº 4. Edición especial mayo de 2011. Pág. 126.
  15. En De Carlos, pág. 126.
  16. Martínez – Echeverría y Ortega Miguel Alfonso, Dos visiones distintas de la racionalidad en economía, En revista Valores de la Sociedad Industrial. Número 65, Mayo de 2006.
  17. En Martínez – Echeverría y Ortega, Págs. 33 y 34.
  18. Weber Max, Economía y Sociedad – Esbozo de Sociología Comprensiva. Edición de Johannes Winckelmann. Fondo de Cultura Económica. Décima reimpresión 1996. México. Pág. 20.
  19. Pérez Serrano Gloria, Investigación Cualitativa. Retos e Interrogantes. Editorial La Muralla S.A. Cuarta Edición. Madrid, España, 2004. Pág.17.
  20. Se hace la precisión de que si bien es cierto el concepto de Paradigma está más ligado a los temas de ciencia y metodología de la investigación, en este caso muy particular se ha realizado un traslado del concepto al tema que nos convoca.
  21. Lydenberg Steven D., La inversión socialmente responsable: pasado, presente y futuro. Ponencia en el Foro sobre Economía y Responsabilidad Social Empresarial. Diciembre de 2002. Zaragoza, España. Pág. 12.
  22. En el caso chileno, según el Ranking de RSE, “Las empresas más responsables socialmente de Chile 2006” – una mirada desde los trabajadores de Fundación Prohumana y Capital los 15 primeros lugares correspondían todos a empresas calificadas como grandes ya sea utilizando los criterios de número de trabajadores o niveles de venta. Estas 15 empresas pertenecían a los rubros de la Banca, Química, Tecnología, Distribución eléctrica, Acuicultura, Seguridad Social, Bebidas, Siderurgia, Minera y Retail. Págs. 19 y 20.
  23. Libro Verde,  Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. Comisión de las comunidades europeas, Bruselas, Junio de 2001. Pág. 3.
  24. Barrera Duque Ernesto, La Empresa Social y su Responsabilidad Social. En Innovar. Bogotá, Colombia. Diciembre de. 2007, vol.17, no.30, p.59-76
  25. Sulbarán Juan Pedro, El concepto de responsabilidad social de la empresa. En Revista de Economía Nº 10, págs. 236-240.
  26. Robbins Sthephen P., Coulter Mary; Administración, Editorial Pearson Educación, Octava Edición. 2005. Pág. 102.
  27. Murdock Hernán, La Globalización, la Responsabilidad Social y el Capitalismo en Contribuciones a la Economía, marzo de 2008 en http://www.eumed.net/ce/2008a/ visitada el día 03 de abril de 2008.
  28. Apologistas o intervencionistas, en este caso son términos que se usan para calificar a aquellos que promueven el cometido social de la empresa en el contexto de sociedades modernas.
  29. Murdock Hernán, La Globalización, la Responsabilidad Social y el Capitalismo en Contribuciones a la Economía, marzo de 2008 en http://www.eumed.net/ce/2008a/ visitada el día 3 de abril de 2008. Págs. 10 y 11.
  30. Araya Mónica, Negociaciones de inversión y responsabilidad social corporativa: explorando un vínculo en las Américas. En Revista: Ambiente y Desarrollo de CIPMA. Volumen XIX/ 2003. Pág. 80.
  31. Bestratrén B. Manuel y Pujol Senovilla Luis, Responsabilidad Social y condiciones de trabajo. Centro Nacional de Condiciones de Trabajo. Barcelona. INSHT, En http://www.mtas.es/insht/revista/A_31_AF.htm visitada el día 25 de abril de 2008.
  32. Guerra Alexei, De la Responsabilidad Social Empresarial, a la Ética en el Cambio Organizacional. En Revista Compendium. Nº 18. Julio de 2007. Pág. 86.
  33. Jiménez B. y Mújica M. Análisis del Discurso Emergente de la Responsabilidad Social Empresarial en el contexto del Desarrollo Sustentable del Turismo en Venezuela. En http://www.esade.es/cedit2005/pdfs2005/papers/jimenez_mujica.pdf
  34. Carpenter, G. and White P, Sustainable Development: Finding the Real Business Case. International Journal for Sustainable Business. Págs. 51-56.
  35. Molina S. Modernización de empresas turísticas: un enfoque para el logro de la calidad total. Casa editorial SLD. Impresora Empresarial. México, 1993.
  36. Escobar Arturo, Mundos y Conocimientos de Otro Modo. El Programa de Investigación de Modernidad/Colonialidad Latinoamericano. En Revista de Humanidades Tabula Rasa. Enero – Diciembre. Edición Nº 001. Bogotá, Colombia, 2003. Pág. 71.
Recibido el: 01-08-2011; Aprobado el: 01-09-2011

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